Ritmo portugués y mucho surf
Sin duda Portugal es un país para recorrerlo en autocaravana o campervan, por ejemplo, con una furgoneta camper Grand Canyon S de Hymer, con tiempo pausado y disfrutando de cada pequeño rincón de su geografía. Portugal está lleno de encanto, de magia, de saudade… La Costa Vicentina es uno de esos parajes en donde podríamos quedarnos a vivir y nos valdría solo con la contemplación.
Son 270 kilómetros de Área Protegida con uno de los cabos más espectaculares del continente europeo, el Cabo de San Vicente. Eso ya sería un motivo suficiente para recorrer esta zona en autocaravana o camper van.
Del norte al sur…
De norte a sur, la costa va ganando en dramatismo. Sines es una ciudad más o menos grande, de 18.000 habitantes y con un puerto pesquero bastante importante. Hacemos la primera parada en su playa más popular, la playa Vasco de Gama y en el puerto deportivo. Aquí hay una zona de aparcamiento para autocaravanas y campervans. Desde aquí se puede ver la silueta de Sines recortada en el azul del Atlántico. El paseo por Sines es muy agradable, calles estrechas, casas blancas y azules y muchas tasquinhas donde empezar a descubrir la cocina portuguesa.
Una posible parada, más íntima, es Porto Covo, a unos 20 kilómetros de Sines. A Porto Covo se puede ir por el interior o por la carretera de la costa, que, aunque es un poco más estrecha, merece la pena por las vistas que nos va dejando durante el viaje. Al llegar a esta localidad lo primero que encontramos es la Playa Grande, la más grande de las tres que hay aquí. El pueblo es pequeño, turístico y encantador, lleno de terrazas y tiendecitas curiosas. Un lugar para quedarse.
Porto Covo
Esta costa es una costa privilegiada, con playas espectaculares allá por donde vayas. En el término de Porto Covo, aparte de las tres que hay dentro del pueblo, es imprescindible visitar la playa de la Isla de Pesegueiro y la de Malhao. En la primera, la pesca deportiva y el buceo están a la orden del día.
De camino al sur…
Continuamos viaje hacia el sur y llegamos a Cabo Sardao, un lugar donde dejar pasar las horas. Su belleza y la cantidad de cigüeñas que anidan en sus acantilados son un espectáculo tremendo. Para llegar a él se accede por una carretera que, aunque estrecha, está muy bien asfaltada, y al llegar al faro hay un aparcamiento donde poder dejar la autocaravana o campervan. Un buen sitio donde pernoctar, aunque la normativa cambia con excesiva frecuencia.
En la zona el ambiente es muy agradable y la gente también. El siguiente pueblo que encontramos es Zambujeira do Mar, un pequeño pueblo de menos de 1.000 habitantes. Zambujeira se deja pasear en poco tiempo con sus casas blancas y su silencio, es un lugar perfecto para apreciar el carácter portugués y su gusto por los pequeños detalles. Los fanáticos del surf lo tienen como un lugar de referencia en la Costa Vicentina.
Junto al pueblo está la playa de Zambujeira do Mar, una playa impresionante, con acantilados y con restaurantes donde comer buen pescado.
Algo parecido sucede en Odeceixe, que es el siguiente destino y fue el paraíso de los hippies en los años 70. En esos años era un lugar virgen, con la desembocadura del río Seixe y una playa maravillosa. Hoy ha cambiado un poco, pero el espíritu sigue igual de vivo gracias a los numerosos surfistas que llegan en cualquier época del año. A la salida del pueblo encontramos el Miradouro da Maravilha, un lugar excepcional para ver surfear las olas.
Próxima parada, Vila do Bispo. Molinos de viento, casas con chimenea y una iglesia que es parada obligatoria. Igreja Matriz de Nossa Senhora da Conceiçao. Por fuera es la típica iglesia encalada en blanco y amarillo, y por dentro tiene unas pinturas y azulejos espectaculares.
Y por fin llegamos al punto más al sur, Sagres y el Cabo de San Vicente, el punto más extremo de Europa. Desde aquí contemplar la inmensidad del océano es otra experiencia. La historia y el paisaje lo convierten en lugar único.
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