Y hay muchas más….
Cuentan que allá por el siglo XIX, un vecino de la localidad tarraconense de Valls comprobó que la cebolla blanca que había plantado sabía a gloria si se cocinaba a fuego vivo y se le añadía una salsa que improvisó, que más tarde se conocería con el nombre de salvitxada.
Poco a poco la técnica de cocinar calçots, y también la salsa que se le añade, fueron traspasando fronteras provinciales, y las calçotadas se convirtieron en emblema de esta tierra.
Cada pueblo tiene su ritual, pero es una excusa perfecta para salir con nuestra autocaravana. Precisamente Valls acaba de celebrar como cada año la gran fiesta de la calçotada, y es que esta es la mejor época para disfrutar de un manjar tan sencillo como excelente al paladar.
Por eso un plan para disfrutar con nuestra autocaravana en estas fechas es seguir la ruta más tradicional de los calçots como excusa para conocer el universo que ha dado origen a esta fiesta.
Mapa de la ruta aquí
Nuestra ruta comienza en Montblanc, donde la mayoría de restaurantes ofrecen estos primeros meses del año la tradicional calçotada. Además de probarlos, podemos aprovechar para dar un paseo por esta localidad medieval a la que rodea una muralla y que parece sacada de una película de época. Las callejuelas del casco antiguo, la plaza Mayor, la iglesia de Santa María y la de Sant Francesc, el Palacio Real, el Portal de Sant Antoni y una larga lista de reclamos turísticos hacen de esta localidad en la que los calçots ocupan un lugar privilegiado el aperitivo perfecto de la ruta.
Pero es la siguiente parada, Valls, donde encontraremos el verdadero paraíso de los calçots. Aquí se celebra cada año la calçotada de la que hablábamos hace un momento, y es que esta localidad tiene el honor de ser el lugar donde se cree que nació la tradición. También famosa por sus castells, la visita a Valls no tiene desperdicio: buenísimos mercados, un antiguo barrio judío, el altísimo campanario de Sant Joan, que es el más alto del país… Todo un descubrimiento si nunca habéis estado por aquí.
Aún nos queda camino porque la próxima parada es Nulles, un pequeño pueblo donde disfrutar de un paseo tranquilo o de un buen trekking, porque desde Nulles salen distintas rutas por la zona. No podemos marcharnos sin echar un vistazo a la Vinícola de Nulles, el símbolo de este pueblo, y tomar un buen vino y cava en la catedral de la viña, que levantó prácticamente todo un pueblo dedicado a la vid: una bodega modernista que merece una visita.
Para acabar nos acercaremos a Alcover, a orillas del río Glorieta, otro lugar famoso por sus calçots. Los imprescindibles pasan por el estupendo núcleo medieval de la localidad, la iglesia Vella o de la Puríssima Sang, y la iglesia del Remei, que es conocida popularmente como ‘la mezquita’, además de antiquísimos caseríos como la masía de Mont-Ravà, del año 1163.
En cuanto al descanso, tanto en Alcover como en Montblanc encontraréis áreas para autocaravanas. También en Nulles se ha habilitado una pequeña zona de estacionamiento para autocaravanas.