Cuatro pueblos para amantes de la trufa
En la península ibérica tenemos la gran fortuna de ver crecer la trufa. Ir en su búsqueda, o al menos conocer los parajes donde crece esta delicatessen, es un viaje perfecto para hacer en autocaravana. Aunque no seas un veterano buscador de trufas que sabe encontrar este tesoro gracias a la indicación de los expertos perros olfateadores, es buena idea conocer los entornos donde se dan estos manjares porque son auténticos paraísos. Estos son algunos pueblos para amantes de la trufa.
Campezo, Álava
Casi en la frontera con Navarra, los montes de esta localidad solían ser destino de los hábiles recolectores de trufas del norte, que acudían aquí en busca de la preciada trufa. Este secreto mundo, porque los que se dedican a ello no suelen dar muchas pistas a quienes se interesan por el tema, tiene en las afueras de Campezo un paraíso que hay que saber encontrar. Dicen que hay que buscar en zonas sin hierba alrededor de los árboles y no despegar la vista del suelo, aunque al estar bastante enterradas lo único que asomará es la punta de la trufa salvaje. Y si es que lo hace. En la dificultad está el reto.
Muy cerca de este municipio se encuentra el Parque Natural de Izki, donde hay 15 rutas señalizadas perfectas para conocer esta zona de la montaña alavesa, aunque nos vayamos con las manos vacías. Y para quienes quieran saber más, no muy lejos, a unos 30 kilómetros pero ya en Navarra, podemos visitar el museo de la Trufa, cerca de Estella, donde cuentan y muestran cómo es esa especial recolecta en plena Sierra de Lokiz.
Para dormir, podemos hacerlo a la salida del pueblo, en Área de AC de pago Santa Cruz de Campezo.
Graus, Huesca
Otro entorno perfecto para conocer de cerca la tuber melanosporum vitt es el mercado de la trufa, que organiza en Graus la Asociación de Recolectores y Cultivadores de Trufa de Aragón. Y es que esta localidad oscense, en la que muchos de sus restaurantes ofrecen platos con trufa, es una de las catedrales de la trufa.
De hecho, hay incluso una ruta señalizada y llamada, como no podía ser de otra forma, la ruta de la trufa. Aunque las silvestres antes se recogían sin mucha dificultad, hoy la mayoría son plantaciones. Pero aún así, merece la pena visitar esta localidad y conocer de cerca la comarca de Ribagorza, en las cumbres más altas de los Pirineos, donde los paisajes parecen escenas de película.
O incluso apuntarse a actividades relacionadas con la trufa como las de Trufapasión, donde se aprende a buscar la trufa negra en plantaciones con la ayuda de perros entrenados para ello. A unos 5 kilómetros de Graus hay un área para autocaravanas.
Abejar, Soria
No es nada extraño que Abejar sea un edén para los aficionados a la micología porque está completamente rodeado de bosques de pino, sabinas, enebros y endrinas. Y solo el paisaje formado por la Laguna Negra y los Picos de Urbión, o el embalse de la Cuerda del Pozo con el área recreativa en Playa Pita, merece por si solo una visita. Pero además, dicen que aquí se esconden las trufas de mayor calidad y peso.
De hecho es en Abejar donde se celebra anualmente la Feria de la Trufa de Soria en Abejar, uno de los encuentros imprescindibles para los verdaderos amantes de la trufa. A la hora de descansar con nuestra autocaravana, hay dos campings muy cercanos, El Concurso y Urbión.
Alto Maestrazgo, Castellón
La comarca del Alto Maestrazgo, en Castellón, es otro entorno extraordinario para el disfrute trufero. Este preciado hongo se desarrolló en las tierras del Alto Maestrazgo desde la antigüedad, y ahora se cultiva en numerosas plantaciones rodeadas de encinas, robles y almendros.Cada año, la Muestra de la Trufa Negra del Alto Maestrazgo se celebra en un municipio distinto de la comarca, por lo que dependiendo de la edición puede organizarse en los municipios de Benassal, Culla, Catí o Albocàsser. Cuando queramos relajarnos en nuestra autocaravana, podemos hacerlo en el camping El Llosar, a 20 kilómetros de Benassal.
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