El producto que merece un destino
El jamón es nuestro símbolo. Tener un jamón en casa es motivo de alegría, y disfrutar de ese producto a lo largo de unas semanas nos trae el recuerdo de un viaje de una ruta o de un destino que justificó una escapada. Curiosamente, hay pueblos que merecen su fama al jamón y otros que realzan sus atractivos gracias a tal noble producto. Quien tiene un jamón tiene un amigo y el viaje queda más que justificado. Te damos algunas ideas.
Monesterio, Badajoz
El jamón de Monesterio es ibérico, es decir, se alimenta en la dehesa de bellota y hierba, al menos los tres meses de montanera. Las cifras asustan. 16.000 hectáreas de encinas y alcornoques y 750 metros de altitud hacen un ecosistema perfecto para que el cerdo viva feliz. Es tal la dedicación de este pueblo al jamón que tiene su propio Museo y Día del Jamón, en el que reparten bocadillos de jamón ibérico gratis a todo el que pase por allí. En una rotonda de acceso, un artefacto artístico homenajea al jamón.
Dispone de una zona de autocaravanas gratuita y muy grande.
Trévelez, Granada
Entre Trévelez y La Alpujarra lleva siglos dando alegrías este jamón. Cuenta con su IGP de rigor y ya en 1862 la Reina Isabel II le concedió el privilegio de lucir en Sello de la Corona, dada la exquisitez de su carne.
Los pueblos blancos que nacen a la sombra de las cumbres de Sierra Nevada son su cuna de nacimiento. El jamón de Trévelez es suave, de color rosado, suelen ser piezas grandes y su grasa es delicada. Jamones Puenteviejo nunca fallan…
La fama de este jamón ha traspasado incluso nuestras fronteras. El famoso compositor Rossini, gran aficionado al buen yantar, recibió a Barbieri en su casa de París y le agasajó con su colección de “violines” de Trévelez, que resultó ser una bodega llena de jamones. Por la orografía del terreno no es fácil aparcar en la zona, pero suele ser fácil encontrar zona para pernoctar.
Jabugo, Huelva
El más conocido mundialmente. Es pronunciar la palabra Jabugo y como perros de Pavlov empezamos a salibar. El pequeño pueblo que le da su nombre, entre la Sierra de Aracena y los Picos de Aroche, declaradas Reserva de la Biosfera, lleva viviendo generación tras generación alrededor de la cría y curación del jamón de Jabugo.
Junto a él 31 pueblos de la zona han contribuido a hacer de este jamón uno de los mejores del mundo. La primera referencia a este jamón es de 1577, en unos versos de Lope de Vega que hablan de las excelencias del jamón en la Sierra famosa de Aracena.
Los animales viven en las dehesas de esta localidad dos años en entera libertad alimentándose de bellotas de encina, alcornoque y quejigo. Todos los otoños empieza la montanera en estas tierras y los suelos se llenan de bellotas, empezando así la fugaz felicidad del cochino.
El estacionamiento en la finca de los Robledos es una buena opción.
Barco de Ávila, Ávila
Barco de Ávila es archiconocida por la calidad de sus judiones, pero también tiene mucho que decir en el mundo del jamón. La Sierra de Gredos y la brisa serrana que “no apaga un candil pero mata 7 viejas” son los factores que hacen que el jamón también se dé de maravilla por esta tierra. En ella encontramos Jamones Lázaro, un referente en el mundo del jamón.
No hay muchos servicios para autocaravanas en la zona, pero a las afueras del castillo hay una zona perfecta para pernoctar, por detrás de la estación de autobuses, con excelentes vistas sobre la Sierra de Gredos
La Alberca, Salamanca
Salamanca es tierra también de buen ibérico. La denominación de origen de Guijuelo es sinónimo de buen veteado y loncheado de mantequilla. Los inviernos fríos y largos, y la sequedad del ambiente de esta tierra son las que hacen que este jamón necesite menos sal para curar y su sabor sea tan suave.
Los veranos calurosos de la estepa castellana le dan un mayor infiltrado de grasa en la carne… el clima continental de contrastes tenía que tener sus ventajas. Si a esto le sumamos que La Alberca es uno de los pueblos con más encanto de Castilla y León, la combinación es perfecta. Una buena opción para descansar en la zona es área de autocavanas “La Alberca”.
Monreal del Campo, Teruel
El jamón blanco de Teruel, es otro destino de nuestra ruta jamonera. Lo distinguiréis por llevar en la etiqueta siempre una estrella de 8 puntas. En la zona del Jiloca está Monreal del Campo, pueblo ligado siempre a la tradición del azafrán y del jamón. Los perniles turolenses son suaves, agradables al tacto y brillantes al corte y suponen uno de los mayores orgullos de Aragón.
En La Monrealesa, empresa que se dedica a la producción de este jamón se caracterizan por seguir la cadena de elaboración al estilo tradicional y favoreciendo siempre a la ganadería de la provincia. Un ejemplo de conservación de las tradiciones y del buen producto. Sus premios lo reconocen. En Monreal del Campo encontramos una pequeña zona de descanso en el área de servicio sin aparcamiento.
Carbonero el Mayor, Segovia
Los jamones de Monte Nevado son un referente. Los jamones de Carboneros tienen una tradicional artesanal desde nada menos que 1898, algo bueno tenía que pasar en ese año… Presumen de sacar su producto en su momento perfecto. Tiempo, brisa y poca prisa son casi una doctrina de comportamiento para lanzar sus productos al mercado.
El manejo del producto es una mezcla de tecnología y artesanía. Elegir la materia prima correcta y una delicada técnica de secado lo convierten en un producto diferente. Calidad frente a cantidad.
La añada 2014 el jamón Monte Nevado de Carboneros fue galardonado con el premio Alimentos de España al mejor jamón de Bellota Ibérico 2018. Una curación de 60 meses que han hecho de este jamón una joya ibérica.
No existe ninguna zona específica para pernoctar, pero las zonas cercanas al restaurante el Riscal son perfectas para pasar una noche.
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